De la planificación digital de implantes dentales a la estética facial integral (y II)

Como señalamos en la entrega anterior dedicada a hablar del papel de la planificación digital en la estética facial integral, vamos a continuar hablando de otros aspectos que confluyen en la estética facial.

Por ejemplo, la fonética, una función que se ve fuertemente influida por la relación entre los dientes, los labios y la lengua, pero que también se puede ver afectada por la presencia de prótesis inadecuadas, una realidad que progresivamente se extiende a más personas, sobre todo a partir de la mediana edad. La pronunciación de los sonidos m,e,f,v,s, es una ayuda valiosa para tener en cuenta al planificar el tratamiento protésico junto con las técnicas digitales.

Otro aspecto relevante al planificar digitalmente la restauración de la boca, es que hay que considerar la salud de los tejidos blandos (encías) a la hora de establecer el tipo de implante más adecuado. O también, el estado del hueso, que nos permitirá determinar la fijación más adecuada y si existe la opción de un procedimiento de implantes inmediatos.

Como es sabido, en el mercado existe cada una mayor variedad y calidad de implantes. Según sus características de diseño y materiales, contribuirá en mayor o menor medida a un resultado estético más preciso, a la cicatrización de los tejidos o a la estabilidad y duración a largo plazo. La suma de máxima calidad material y una planificación digital correcta es la que presenta más posibilidades de lograr una estética dentofacial excelente, acorde a la fisonomía del paciente.

La planificación digital no es nueva, como ya hemos dicho, pero sí está en permanente evolución, a la que debemos adaptarnos los profesionales. No obstante, no es la clave en todos los tratamientos, como erróneamente tratan de dar a entender algunas campañas de marketing.

Hay ocasiones en que no es necesario incurrir en los costes de una intervención con planificación digital y cirugía guiada y mínimamente invasiva. Se puede recurrir a otras técnicas más convencionales y obtener igualmente el resultado óptimo para las circunstancias particulares de un paciente. El secreto está en realizar un buen diagnóstico, mostrar a la persona las posibilidades terapéuticas y ayudarle a decidir de forma adecuada sobre el tratamiento, porque a menudo se abren varias opciones.