El Doctor Bustillo ha publicado un artículo en La Razón el pasado domingo 18 de septiembre, en el que habla sobre el estado de la implantología dental y sus retos de futuro.
Tal como se anticipaba hace unos años, la colocación de implantes dentales se ha convertido en una de las principales alternativas para la sustitución de dientes perdidos.
Poco a poco se va popularizando este tipo de tratamiento, y cada vez son más las personas que se interesan por él. No podemos negar que la irrupción de modelos de negocio más agresivos, con campañas publicitarias de gran notoriedad, también está influyendo en el éxito.
Sin embargo, al igual que ocurre en otros aspectos de la salud que se convierten en foco publicitario, a la gente le suenan más los implantes, pero a menudo no conocen bien sus características y las implicaciones que presentan como opción de restauración dental.
En ese sentido, los profesionales hemos de hacer un mayor esfuerzo por divulgar la realidad de la implantología para mitigar la cierta confusión que nos encontramos en las consultas. Ni todos los implantes son iguales, ni todas las personas necesitan el mismo tipo de intervención. Por encima de modas o planteamientos economicistas, debería imperar siempre el propósito de mejorar la salud y la calidad de vida de los pacientes.
Peso creciente de la implantología
Porque el papel de la implantología dental no es ni será menor, de acuerdo con los datos disponibles. Basta pensar en que más del 60% de los adultos entre 35 y 44 años ha perdido algún diente por accidente, deterioro o enfermedad periodontal. Y a partir de los 74 años, más del 20 % de las personas se han quedado sin dentadura. Por lo tanto, existe un gran número de individuos para los que los implantes pueden ser la solución a sus problemas dentales y que terminarán por acudir a las clínicas.
No obstante, todavía existen aún grupos significativos de población que ignoran sus posibilidades, bien porque no son recomendados por sus odontólogos, o bien porque creen que está fuera de su alcance económico.
En este contexto, en el horizonte de la implantología se están confirmando algunas tendencias que se consolidarán en el medio plazo. Tanto especialistas como pacientes deben tenerlas en cuenta para sacar el mayor partido de esta área de tratamiento dental. Vamos a comentar algunas de ellas:
– Los implantes se imponen como la principal opción de restauración de la boca, por piezas sueltas o por dentaduras completas. Aparte de las ventajas funcionales que muestran con respecto a otras técnicas, también tienen mucho que aportar en el plano estético, un aspecto que cada vez será más valorado por los pacientes. Quieren mantener una apariencia atractiva en todas las etapas de su vida.
– En la medida en que avanzan las técnicas, los materiales y el cuidado posterior de las piezas implantadas, la tasa de éxito es cada vez mayor, con duraciones mínimas de diez años y, en muchos casos, hasta los veinte-veinticinco.
– Mayor importancia de la formación en implantes dentro del currículum de odontología, de manera que ya no resultará una técnica ajena a la gran mayoría de los futuros dentistas.
– Progresiva mejora de las técnicas de colocación, que permitirá reducir el tiempo del tratamiento en buena parte de los casos. De hecho, una de las razones que ha retraído a los pacientes es la duración del proceso. La innovación en materiales y en la gestión de los tejidos favorecerá los plazos.
– Un mayor caudal de información pública, no solo por las campañas de marketing sino por el esfuerzo de divulgación de las clínicas dentales para resolver el desconocimiento y las dudas de los pacientes. Los profesionales tienen que estar al día y comprometerse con la información de calidad.
Calidad y fracaso de los implantes
De todas estas cuestiones, me parece especialmente relevante detenerme en dos apartados: la calidad de los materiales como parte esencial de un tratamiento de éxito y la gestión de los implantes fracasados, una realidad más habitual de lo que nos gustaría.
La mayor difusión de la implantología ha llegado principalmente a través de la publicidad, que en muchos casos ha incidido sobre todo en el precio, como si cualquier implante tuviera un coste muy asequible. Los pacientes deben saber que una excesiva reducción del coste puede llevar aparejada la utilización de materiales más económicos. Si bien desempeñan su función a corto plazo, a medio y largo plazo pueden comprometer la vida útil del implante.
Nuestra filosofía es que en este tratamiento hay que utilizar siempre materiales y protocolos de máxima calidad, bajo la premisa de que una inversión económica mayor se compensará con la duración de los implantes, que en un porcentaje superior al 90% superarán los veinticinco años, lo que en muchos casos significa toda la vida del paciente.
La apuesta por soluciones de compromiso o materiales de menor calidad puede suponer a la larga un coste económico superior. Pero sobre todo, dará lugar a problemas de salud que el paciente experimentará en el tiempo, con la consecuente insatisfacción por el tratamiento recibido.
Este aspecto tiene que ver con el otro apartado que quiero destacar, la gestión de los implantes fracasados. En Clínica Bustillo nos hemos especializado también en el manejo de estas situaciones, en las que es necesario sustituir los implantes antiguos por piezas nuevas, lo que a menudo implica también procesos más complejos, como reconstrucciones óseas.
Tales circunstancias obedecen en parte a que las técnicas y materiales de hace unos años no son tan avanzados como las de ahora, pero también se deben al hecho de que no se ha trabajado con los mejores criterios de calidad, y a que los propios pacientes tampoco se han comprometido con el mantenimiento de las nuevas piezas.
Mucha gente piensa que los problemas de la salud bucal terminan cuando se colocan los implantes, como si su pervivencia estuviera garantizada sin ningún tipo de cuidado. Sin embargo, olvidan que, precisamente, ha sido necesario realizar implantes porque se ha fallado en la conservación de los dientes naturales. Y al igual que estos necesitan de una atención constante, en mayor medida lo precisan los implantes, ya que no dejan de ser una invasión artificial a la que nuestro organismo se puede resistir.
Por lo tanto, aunque el escenario para la implantología parece prometedor, entre todos tenemos que seguir trabajando por mejorar la información y la concienciación de los pacientes y apostar por el éxito de los tratamientos en el largo plazo.